Brazil: The Most Arab Country in Latin America EN|ES|PR
Middle Eastern migration is a topic often overlooked when discussing Latin America and its largest nation, Brazil. Despite being famous for its diverse and multi-ethnic population, the Portuguese-speaking country is most associated with its vast population of predominantly African, European, and Indigenous descent. However, it may be surprising to know that the region is home to the largest number of Arabs and Arab descendants outside of the Middle East, with Brazil serving as the home to a majority of them – a number estimated at 7-12 million.
La migración de Medio Oriente es un tema usualmente olvidado cuando se habla sobre América Latina y su país más grande, Brasil. A pesar de ser conocido por su población diversa y multiétnica, el país de habla portuguesa es mayormente asociado con su población predominantemente africana, europea y de descendencia indígena. Sin embargo puede resultar novedoso saber que la región es hogar del mayor número de árabes y descendiente de árabes por fuera de Medio Oriente, Brasil siendo el principal receptor– con números estimados en 7-12 million.
Given the recent history of the Middle East, and particularly in light of the 2010s’ Arab Spring and the likes of the Syrian civil war, one might assume that Arab migration into Brazil began with the millions or refugees who fled those conflict areas in recent years. However, their presence in the country is far greater and older. It was almost 150 years ago, at the end of the 19th century, that the first wave of Arabs arrived in Brazil, leaving the former Ottoman Empire and the territories that now form Syria and Lebanon. Beirut and Tripoli provided the main ports from which the new inhabitants would arrive; some by mistake, and some who were tricked by scamming shipping companies
Dada la historia reciente de Medio Oriente, y particularmente a la luz de la Primavera Árabe de los 2010s y otros como la Guerra Civil Siria, uno asumiría que la migración árabe a Brasil comenzó con los millones o refugiados que escaparon de esas áreas de conflicto en años recientes. Sin embargo, su presencia en el país es mucho mayor y alejada en el tiempo. Fue casi 150 años atrás, a finales del siglo 19, que la primera ola de población árabe llego a Brasil, dejando el ex Imperio Otomano y los territorios que hoy día forman Siria y el Líbano. Beirut y Trípoli fueron los principales puertos desde donde los nuevos habitantes llegarían; algunos por error, y otros engañados por compañías navieras estafadoras.
Since then, the Arab community in Brazil has grown both in size and influence. Their incredible knowhow (particularly in business) allowed them to establish themselves in Brazilian society in very tangible ways. Some of the busiest and most popular business districts within Brazil were established by Arab immigrants, such as São Paulo’s 25 de Março (25th of March) Street and Rio de Janeiro’s Saara (the Portuguese word for the Sahara Desert). One of country’s most renowned hospitals, the Hospital Sírio-Libanês, was founded by the Syrian-Lebanese association in 1965 as a thank you to the country and its people for embracing them.
The successful adaptation of Arab migrants in Brazil can, in some way, be interpreted as a re-acquaintance of cultures. After all, the modern Brazilian state was shaped by three centuries of Portuguese rule - a country that itself was greatly influenced by the Arab occupation of the Iberian peninsula for over 800 years. Add this reunion to the exotic appeal that the Arab culture had on Brazilians, and you get an assimilated and celebrated component of the country’s population. Brazil’s greatest spectacle, the Carnaval, is proof of this with outfits inspired by Bedouin robes and Arab-inspired songs such as “Alá-la ô” gaining prominence throughout the years.
This is not to say that integration was a smooth and easy process. Arab migrants faced several challenges upon their arrival, including local resistance and xenophobia. Nonetheless, they overcame these difficulties through their admirable perseverance. In many instances, Arabs resorted to changing the spelling of their names and stopped speaking Arabic to be accepted. As a result of such sacrifices, we now see an extensive Arab population that sees itself belonging to Brazil and its people.
In fact, Arab-Brazilians are now so integrated that they are leaving their mark on the country’s political sphere. Since the start of the 21st century, several politicians of Arab descent have been elected to the highest levels of state and national government. Former president Michel Temer is the son of Lebanese farmers who arrived in Brazil in 1925 from the village of Btaaboura. Similarly, Paulo Maluf (former governor of São Paulo) and Fernando Haddad (former mayor of São Paulo) are also of Lebanese descent. Their stories, along with those of many other Arab descendants show how ingrained they have become in Brazilian society. As the former governor of São Paulo, Geraldo Alckmin once said: “Assimilation and integration have been so strong that sometimes it is difficult, if not impossible, to know who in this country is of Arab descent and who is not”.
Desde entonces, la comunidad árabe en Brasil ha crecido tanto en tamaño como influencia. Su increíble saber (particularmente en negocios) les permitió establecerse en la sociedad brasilera de manera muy tangible. Algunas de los más activos y populares distritos comerciales dentro de Brasil fueron establecidos por inmigrantes árabes, como Calle 25 de Marzo en San Pablo y Saara (palabra utilizada en portugués para referirse al Desierto del Sahara) en Rio de Janeiro. Uno de los hospitales más importantes de Brasil, el Hospital Sirio-Libanés, fue fundado por la Asociación Sirio-Libanesa en 1965 como agradecimiento al país y a su gente por acogerlos.
La exitosa adaptación de inmigrantes árabes en Brasil puede, de alguna manera, ser interpretada como un reencuentro entre culturas. Después de todo, el Estado brasileño moderno fue marcado por tres siglos de mandato portugués – país que fue altamente influenciado por la ocupación árabe de la Península Ibérica por más de 800 años. Sumado al atractivo exótico que la cultura árabe tuvo entre brasileros, se obtuvo un componente asimilado y celebrado en el conjunto de la población del Brasil. El mayor espectáculo del país, el Carnaval, es prueba de esto, con trajes inspirados en túnicas beduinas y canciones influenciadas por la cultura árabe como “Alá-la ô”, ganando prominencia en el transcurso de los años.
Esto no quiere decir que la integración haya sido un proceso fluido y fácil. Los inmigrantes de Medio Oriente enfrentaron varios desafíos en su llegada, incluyendo resistencia local y xenofobia. De todas maneras, se sobrepusieron a estas dificultades a través de su admirable perseverancia. En muchas instancias, recurrieron a cambiar el deletreo de sus apellidos y dejaron de hablar árabe para ser aceptados. Como resultado de tales sacrificios, hoy día vemos una gran población árabe que se ve como perteneciente a Brasil y a su gente.
De hecho, árabes-brasileros se encuentran tan integrados en la actualidad que están dejando su huella en la esfera política del país. Desde comienzos del siglo 21, varios políticos de descendencia árabe han sido electos a los más altos niveles del gobierno estatal y nacional. El ex presidente Michel Temer es hijo de agricultores libaneses que llegaron a Brasil en 1925 del pueblo de Btaaboura. Similarmente, Paulo Maluf (ex gobernador de San Pablo) y Fernando Haddad (ex alcalde de San Pablo) son también de descendencia libanesa. Sus historias, junto con la de muchos otros descendientes de árabes muestran cuán enraizados se encuentran en la sociedad brasileña. Tal como el ex gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin dijo: “La asimilación e integración han sido tan fuertes que a veces es difícil, si no imposible, saber quien en este país es de descendencia árabe y quien no”.
This is what makes Brazil the most Arab country in Latin America. The number of Arabs and their descendants that made the country their home along with the social, cultural, and political impact they have made are to be celebrated. And indeed they are. The 25th of March was declared Arab Community Day, a deserved recognition of the Arab journey to Brazil, their contributions to society, and the enduring partnership which will continue for generations to come.
Fun fact: In 1988, the largest Arab cuisine fast-food chain in the world – Habib’s – opened in Brazil. Although the founder was Portuguese migrant Alberto Saraiva, he obtained his recipes from his friend of Lebanese descent, Paulo Abud. Now, the chain has become so popular that nationwide it sells 600 million sfiha meat pies per year.
Esto es lo que hace a Brasil el país más árabe de América Latina. El número de árabes y sus descendientes que transformaron el país en su hogar junto con el impacto social, cultural y político que han tenido, han de ser celebrados. Y de hecho lo son. El 25 de marzo fue declarado el Día de la Comunidad Árabe, un merecido reconocimiento del recorrido árabe por Brasil, sus aportes a la sociedad, y la duradera alianza que continuará en las próximas generaciones.
Dato curioso: En 1988, la cadena de comida rápida de cocina árabe más grande del mundo – Habib’s – abrió en Brasil. A pesar de que su fundador era el inmigrante portugués Alberto Saraiva, obtuvo las recetas de su amigo de descendencia libanesa, Paulo Abud. Ahora, la cadena se ha vuelto tan popular a nivel nacional que vende 600 millones de sfihas (también conocidas como empanadas árabes) al año.
Brasil: O País Mais Árabe da América Latina
A imigração vinda do Oriente Médio é frequentemente esquecida quando se fala sobre a América Latina e seu maior país, o Brasil. Apesar de ser conhecido pela sua população diversa e multiétnica, o país de língua portuguesa é mais associado à sua imensa população de origem predominantemente africana, europeia e indígena. Entretanto, talvez venha como surpresa que a região como um todo habita o maior número de árabes e descendentes de árabes fora do Oriente Médio, com o Brasil abrigando a maior parte deles – estimada em 7-12 milhões de pessoas.
Mapa de ¡Viva los Arabes!: Underreported stories of the Arabs of the Americas - Atlantic Council
Dada a história recente do Oriente Médio e considerando a Primavera Árabe da década de 2010 e conflitos como a Guerra Civil da Síria, seria natural presumir que a imigração árabe no Brasil teve seu início nos milhões de refugiados que fugiram dessas regiões de conflito nos últimos anos. Contudo, sua presença no país é consideravelmente maior e mais antiga. Há quase 150 anos, no fim do século XIX, o primeiro fluxo de árabes chegou ao Brasil, partindo do então Império Otomano e seus territórios que hoje formam a Síria e o Líbano. Beirute e Tripoli serviram como os principais portos de onde vieram os novos habitantes; alguns que chegaram por acaso e outros que foram enganados por golpes de companhias marítimas.
Desde então, a comunidade árabe no Brasil tem crescido tanto em tamanho quanto em influência. Seus incríveis conhecimentos (especialmente na área do comércio) permitiu que eles se estabelecessem na sociedade brasileira de forma tangível. Algumas das áreas comerciais mais movimentadas e populares do Brasil foram criadas por imigrantes árabes, como a Rua 25 de Março em São Paulo e o Saara no Rio de Janeiro. Um dos hospitais mais renomados do país, o Hospital Sírio-Libanês, foi fundado pela associação sírio-libanesa em 1965 como forma de agradecimento ao país e sua população por acolhê-los.
A adaptação bem-sucedida dos imigrantes árabes pode, de certa forma, ser interpretada como um reencontro de culturas. Afinal, o atual estado brasileiro foi moldado por três séculos de governo português – um país que também foi consideravelmente influenciado pela ocupação árabe da península ibérica por mais de 800 anos. Junte este reencontro com o apelo exótico da cultura árabe e o resultado é um componente da população do país que é celebrada e bem-integrada. O maior espetáculo do Brasil, o carnaval, é prova disto com os seus trajes inspirados em túnicas beduínas e sambas-enredo como “Alá-la ô” ganhando destaque através dos anos.
Isso não quer dizer que o processo de integração foi fácil nem tranquilo. Imigrantes árabes enfrentaram vários desafios em sua chegada, incluindo xenofobia e a resistência dos habitantes locais. No entanto, eles superaram essas adversidades graças a sua admirável perseverança. Em várias ocasiões, famílias árabes recorreram a mudar a ortografia de seus nomes e pararam de falar árabe para serem aceitas mais facilmente. É por causa desses sacrifícios que hoje em dia vemos uma grande comunidade árabe que se vê também como integrantes do povo brasileiro.
De fato, árabes-brasileiros estão tão integrados hoje em dia que eles estão deixando sua marca na política do país. Desde o começo do século XXI, vários políticos de ascendência árabe foram eleitos para os níveis mais altos dos governos estaduais e federais. O ex-presidente Michel Temer, por exemple, é filho de fazendeiros libaneses que chegaram ao Brasil em 1925 vindos do vilarejo de Btaaboura. Similarmente, Paulo Maluf (ex-governador de São Paulo) e Fernando Haddad (ex-prefeito de São Paulo) também são de origem libanesa. Suas histórias junto com as de tantos outros descendentes de árabes mostram o quanto eles fazem parte da sociedade brasileira. Tal como disse Geraldo Alckmin, ex-governador de São Paulo: a assimilação e a integração tem sido tão fortes que as vezes é difícil, para não dizer impossível, saber quem neste país é descendente de árabes e quem não é.
É isto que torna o Brasil o país mais árabe da América Latina. O número de árabes e seus descendentes que fizeram do país o seu lar junto com seu impacto social, cultural e político devem ser comemorados. E eles verdadeiramente são. O dia 25 de março foi declarado Dia da Comunidade Árabe, um reconhecimento merecido pela trajetória árabe até o Brasil, suas contribuições à sociedade e a parceria duradoura que continuará por muitas gerações.
Curiosidade: Em 1988, a maior rede de fast-food de comida árabe no mundo – o Habib’s – foi aberto no Brasil. Apesar do fundador ser o imigrante português Alberto Saraiva, ele obteve suas receitas de seu amigo de ascendência libanesa, Paulo Abud. Hoje em dia, a cadeia se tornou tão popular que ela vende 600 milhões de sfihas nacionalmente por ano.
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